Como ya había comentado con lo de Juan, en algún momento de la fiesta me dijo que parecíamos "el lobo y la caperucita", y sí, me llegué a sentir así. Sin embargo, no di paso a nada con él, era yo adolescente y sabía que me hubiese embobado con él si pasaba algo, y hubiese terminado muerta sentimentalmente porque ya tenía su famita el pata.
En general sabemos que esto del plan conquista-gileo-afane es casi una cazería, con la diferencia de que nosotras tenemos opción a la decisión final.
A medida que vas creciendo, vas teniendo experiencia y te van hiriendo, dejas de enamorarte con tanta facilidad. Es decir, estudias a mayor detalle la situación, el contexto, a la persona.
A veces simplemente el chico puede ser el típico medio rochoso que se te acerca con cualquier excusa (la mayoría de veces) boba, con tal de hacerte la conversa, pero otras veces, es un chico extrapolar a este...
Estos chicos, como Juan, que se saben pintones, buen cuerpo, con ese no sé qué que los hace acreedores a un letrero de "PELIGRO" en su frente, y que aún así (o quizás por eso) esa "niña curiosa" aflora y quieres tentar al peligro sólo porque sí. Lo mejor es cuando se es consciente de ese letrero, porque si no, te embobas (sentimentalmente, sobretodo) y ahí sí terminas mal mal maaal.
Bueno como decía, si podemos ver este letrero muy notorio en este tipo de chicos, seguros, pintones, más seguros, que no dudan, que no se ponen nerviosos (o no lo hacen extremadamente evidente), y empezamos a notar qué famita tiene (incluso a veces con pruebas), ya estamos dando el primer paso para poder decidir qué hacer con este espécimen. Sería muy bonita una relación con ellos, seguro que sí... si en su mayoría no fuesen pendencieros.
Alguna vez le comenté a un amigo, que conocí a uno de estos chicos y me dijo "Daria, diviértete, si sabes que es así, no te tomes las cosas muy serias y sal con él, pásala bien no más". No sabía en realidad si tomar o no su consejo, pero no perdía nada saliendo algunas veces para conocerlo más, estudiar la situación, y no necesariamente llegar a una relación.
Se juega con fuego, sí, pero es el riesgo de jugar a la ronda en su bosque mientras no sabes cuál será lo siguiente que hará el lobo.
Pero ya no soy esa adolescente que se impresionaba rápido con este tipo de chicos, ya me conozco más, y las heridas te hacen frenar el impulso de encariñarte demasiado y demasiado rápido. Así que ahora solo voy conociendo a las personas de a pocos.
Puede que a los lobos a veces se les pegue algo de la bondad del disfraz de cordero, como puede que no. Es cuestión de estudiar al lobo más de lo que ellos nos estudian.
La caperucita solo debe dejar de ser confiada y saber observar para reconocer quién es el lobo y hacerlo perder en el bosque, antes de que nos lleven por un camino equivocado.
Puede que a los lobos a veces se les pegue algo de la bondad del disfraz de cordero, como puede que no. Es cuestión de estudiar al lobo más de lo que ellos nos estudian.
La caperucita solo debe dejar de ser confiada y saber observar para reconocer quién es el lobo y hacerlo perder en el bosque, antes de que nos lleven por un camino equivocado.